Las personas que poseen inteligencia emocional analizan con frecuencia sus propios pensamientos y sentimientos para estar en sintonía con lo que ocurre bajo la superficie. Al ser conscientes de sus emociones negativas y distinguirlas, se aseguran de no ser sorprendidas por sus emociones, que podrían provocar una discusión, socavar las relaciones profesionales o convertir un problema en una crisis. Esta conciencia las pone en “a la delantera” para identificar y controlar sus respuestas.

Es la habilidad o capacidad de controlar nuestras emociones y comportamiento de acuerdo con las demandas de la situación. Poseerla implica una mejor calidad de vida emocional para todas las personas, sean niños, jóvenes o adultos.

Ser capaz de responder a las señales no verbales y otras formas sutiles de comunicación es una de las características de los líderes eficaces.

La empatía es la base de la inteligencia emocional y consiste en intentar comprender el comportamiento y los sentimientos de otra persona. Las clases de inteligencia emocional, que a veces se denominan capacitación en C.E., son la vía más directa para que el personal y los directivos adquieran el hábito de ver las situaciones desde la perspectiva de otras personas.